Anuradhapura y alrededores: 40 Kms
Estábamos desayunando mientras planificábamos la visita del día. El chico que llevaba la guest house se acercó para ver si necesitábamos ayuda… y nos comentó algo que no sabíamos: el pase de un día para visitar la zona arqueológica costaba 3250 LKR por persona –unos 22€– o lo que es lo mismo, nuestro presupuesto para un día (el viajar sin planificar a veces te da estas sorpresas).
También nos ofreció una posibilidad “alternativa”: ir con un guía amigo suyo en su tuk tuk, el cual nos acompañaría e introduciría por accesos menos controlados por las personas que revisan los tickets, o lo que es lo mismo… nos colaría por la puerta de atrás. El precio de esta opción era de 2500 LKR para los dos, por lo que era más económica que la primera, pero tampoco nos pareció adecuada. Además, si nos montamos en otro Tuk Tuk… Blue Marley se hubiera puesto celoso.
Como vio que tampoco estábamos convencidos, por ultimo nos informó de que había otros templos en la zona a los que se podía acceder pagando una entrada individual menos reducida, unos 200 LKR cada uno.
Eran ya las 10:30, por lo que hubiéramos “desperdiciado” unas 3 horas del pase diario, así que decidimos ir a ver los templos secundarios y caminar hasta llegar a las taquillas de los principales. Esto nos ahorraría tiempo para la visita del día completo que teníamos prevista para el día siguiente.
Primero visitamos el Jaya Sri Maha Bodhi, un árbol sagrado del cual dicen que es descendiente del árbol en el que Buda alcanzó la iluminación, por lo que es un lugar de peregrinación para los budistas.
Fue una visita interesante. Vimos devotos presentando sus ofrendas. Otros rezaban. Otros empezaron a tatarear algunas canciones en coro.
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Lo que no vimos por ningún lado fueron las taquillas… por lo que decidimos continuar hasta que alguien nos dijera algo.
Al salir del templo vimos la Ruwanwelisaya Stupa, una enorme estupa blanca que fue construida 140 años antes de Cristo y que todavía conservaba todo su esplendor…
Aquí fuimos asaltados por un grupo de colegialas las cuales, una por una, nos pedían que le firmáramos o escribiéramos algo en sus cuadernos.
Y seguimos caminando tranquilamente por las ruinas… pero no vimos las taquillas por ningún lado.
Después de un rato ya estábamos un poco cansado de tantas ruinas (quizás sea porque no somos muy entendidos pero casi todas nos parecían iguales), por lo que decidimos ir a por Blue Marley para salir a recorrer un poco la ciudad. Mirando el mapa vimos una carretera que estaba pegada a un lago, así que fuimos a verla. Fue todo un acierto.
Sobre las 3 de la tarde continuamos la marcha hacia la otra zona de ruinas, un poco más al norte. Para nuestra sorpresa, un hombre con uniforme azul nos detuvo cuando íbamos por la carretera y nos pidió el ticket… Pero seguíamos sin saber donde estaban las taquillas. Parece ser que no las hay. Lo que tienen es una zona “controlada” a la cual si accedes tienes que tener el dichoso ticket, pero claro, sólo si eres extranjero. Es la primera vez que veo este tipo de «control».
El señor nos quiso obligar a ir con él se ofreció amablemente a acompañarnos a las taquillas. Estaban en un puesto que bien podría ser de refrescos, por lo que no las habríamos encontrado ni queriendo. Ya eran las 4 de la tarde, y la entrada era válida solo hasta las 5.30. No estábamos de acuerdo en comprarla para apenas un rato, por lo que pese a su insistencia en escoltarnos, nos hicimos los suecos prometiendo que lo compraríamos para el día siguiente. Así podríamos aprovechar para ver las ruinas que ya habíamos visto parcialmente.
Suponemos que al llegar con nuestro propio tuk tuk llegamos por la carretera que llegan los locales, por lo que quizás por eso no pasamos por ninguna zona de control.
En ningún momento entendí la necesidad de pagar una entrada (no es que te permita acceder a ninguno de los templos, se ven todos desde fuera, y muchos directamente desde la carretera), y menos aun a ese elevado precio. Estábamos un poco decepcionados, así que decidimos ir a comprar unas cervezas, regresar al lago para el atardecer y pensar ahí si queríamos o no visitar de nuevo las ruinas, aunque teníamos la sensación de que lo que habíamos visto ya era más que suficiente. Fue como ver un trailer de una película que no te acaba de convencer.
Ya en el lago empezamos a tomar fotos del atardecer, el cual prometía ser muy bonito, y a disfrutar de la primera Lion para quitarnos un poco el mal cuerpo por la discusión con aquel “controlador de que los extranjeros tengan el papelito” (lo siento, no sé cómo decirlo de otra forma), cuando de repente vimos a unos policías caminando en nuestra dirección desde la lejanía.
Por la tarde habíamos visto a algunos jóvenes bebiendo en esa misma zona… pero no sabíamos con certeza si estaba permitido o no. Por si acaso nos deshicimos disimuladamente del dorado liquido y creo que hicimos bien, porque los policías se quedaron un buen rato con nosotros haciéndonos todas las preguntas típicas sobre de donde éramos, cuál era nuestra ruta, que nos gustaba más de su país, etc… cuando de repente nos preguntaron: Estáis bebiendo té, ¿verdad?
Afirmamos tímidamente con la cabeza, sin saber muy bien que decir, pero por suerte, aunque no nos pareció que nos creyeran, los policías continuaron su paseo. Al caer el sol regresamos al hotel donde cenamos y discutimos sobre el día. Anuradhapura, uno de los principales destinos de Sri Lanka, me había defraudado un poco. Sentía que no teníamos nada más que hacer ahí… así que a la mañana siguiente decidiríamos si quedarnos o no.
Continuará…
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