En los climas tropicales, un buen par de chanclas es esencial por dos motivos. El primero es que no importa lo cómodas que sean tus deportivas/botas, cuando hace mucho calor y humedad necesitas tener «ventilación natural«. Además de esto, es muy práctico. Quitarte y pornerte el calzado varias veces al día (cuando entras a algún templo, casa, restaurante e incluso alguna tienda local) puedes ser algo pesado.
Es por esto que antes de iniciar nuestro viaje indefinido, le compré a Javi unas Crocs en Estados Unidos.
Ese día estábamos almorzando en un restaurante chino en Tioman. Como ocurre en muchos lugares en Asia, tienes que quitarte los zapatos antes de entrar. La terraza tenía una vista inmejorable, cervaza barata y buena comida… así que nos quedamos un buen rato. Nada podía ir mal, ¿verdad?
Bueno… Eso depende de donde dejes las chanclas…
Cuando salimos del restaurante, Javi se puso las crocs y pensó que le parecían un poco extrañas – pero no estaba seguro de si era él (quizás por culpa de las cervezas que se tomó) o las chanclas. Al día siguiente se dio cuenta de que habían encogido, además de que le habían hecho una pequeña rozadura al andar con ellas. Esa misma tarde, mientras estabamos en la playa, el plástico blanco que rodeaba cada chancla empezó a separarse…
En ese momento nos dimos cuenta de que esas no eran las crocs de Javi. Le habían dado el cla ambiazo!! Alguién debió de haberlas cambiando cuando estabamos en el restaurante chino el día anterior.
Desde ese momento empezamos a desconfiar de los chinos, ya que no estábamos seguros sobre cuando volverían a cambiarnos un producto original por otra falsificación (aunque aun tenemos la esperanza de que nos vuelvan a cambiar las crocs!!). Nuestra impresión de la gente procedente del gigante asiático cambió por el cambiazo que nos dieron. Pero como en algunos casos, las impresiones son equivocadas y acabamos generalizando sobre todo un grupo de gente sin saber mucho sobre ellos.
Aprendiendo un poco más sobre la cultura china
El fin de semana pasado fuimos a visitar el templo Thean Hou en Kuala Lumpur. Se trata de un impresionante edificio con buenas vistas sobre la ciudad, tranquilo y muy bien decorado.
Aquí encontramos una «advertencia» sobre qué hacer cuando te quitas los zapatos. Si hubiéramos hecho caso, probablemente hubiésemos evitado el cambiazo!
Cuando salíamos del templo, nos encontramos un camión en el que estaban troceando un enorme cerdo asado. Había gente haciendo cola para recibir una porción, pero a nosotros al momento nos dieron un plato, junto con unos pinchitos de satay y cerveza. Todo gratis, y todo sin haberlo pedido. Estaba buenísimo. Al final terminamos pensando que los chinos son bastante buenos dando cosas gratis!
Cuando le preguntamos a los locales de que se trataba el evento, nos dijeron que era un día especial para ellos porque pronto habrían unas elecciones sobre el templo. Al poco nos dimos cuenta de que nada es totalmente gratis cuando hay chinos de por medio, y siempre hay que hacer algún tipo de negocio. Uno de los ancianos vino y nos dio unas camisetas justo después de la comida, y nos pidió hacer algo de propaganda al «caminar con ellas alrededor del templo». Nos pareció gracioso, así que nos pusimos las camisetas para que tomaran algunas fotos para sus redes sociales.
Irónicamente esa semana tuvimos dos experiencias opuestas con los chinos. Por una parte nos cabrearon un poco por el cambiazo y nos hicieron reir al formar parte de su campaña religiosa! ¿Quién hubiera imaginado algo así?
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