Kalpitiya – Anuradhapura: 173kms
Siempre es agradable amanecer frente al mar. El relajante sonido de las olas. El suave canto de los pájaros. Pero esta playa tenía un nuevo sonido para mi:
Nunca antes había estado tan cerca de uno de ellos. Nunca me había preguntado si harían ruido o no. Lo hacen, pero me resultó agradable.
Tuvimos una tranquila mañana. Un generoso desayuno seguido de un paseo por la playa, observamos a los pescadores faenando, e incluso tuvimos tiempo para leer y escribir un poco.
Era fácil sentirse inspirado, y también tentado a quedarte, porque el ambiente era relajado (mucho más que en cualquier playa de Kerala). Pero playas hay en todos los lugares, y algo nos decía que Sri Lanka tenía mucho por ver… Y por recorrer.
A las 2 de la tarde iniciamos la marcha. Teníamos un viaje de unas 3 horas por delante por lo que queríamos llegar aun siendo de día para tener tiempo suficiente para buscar un buen alojamiento donde pasar al menos dos noches, puede que tres.
En la mitad del viaje paramos para comer algo en uno de los puestos de comida que había en la calle , y miré mi teléfono.
Había recibido un email de las cabañas en las que nos habíamos quedado en el que me avisaban de que habíamos dejado en la habitación una bolsa llena de cables (los cargadores de las cámaras, el del portátil, etc…).
¡Maldita sea! En más de dos meses viajando era la primera vez que olvidabamos algo, pero por suerte deje en el hotel una de tarjeta con mis datos de contacto, y por suerte también teníamos a Blue Marley.
Volvimos a toda prisa, pero tras recoger la bolsa, las cuentas no nos salian: estas más de 2 horas extra nos harían llegar de noche. Evidentemente esto no era lo ideal, pero en algún momento tendríamos que conducir de noche… Así que decidimos reanudar la marcha y disfrutar de la transformación del paisaje.

Pasamos delante de una figura de Buda que parecía mirarnos riéndose al vernos pasar 3 veces seguidas…

Y por pequeñas poblaciones, empezando a ser conscientes de que tal vez tendríamos que pasar la noche en alguna de ellas.
Poco a poco de caia la noche mientras seguíamos asombrados al ver como se podía transformar el paisaje en apenas 100 kms.
A pesar de que ya no era «divertido» conducir, decidimos continuar. Por suerte encontramos a la primera un buen lugar para quedarnos, por lo que las dos horas extra terminaron siendo sólo una anécdota más de este viaje.
Continuará…
Jo que aventura Javi