Mihintale – Jaffna: 208kms
Nuestro viaje hacía Jaffna, la principal ciudad en el norte de Sri Lanka, fue uno de los más largos – algo más de 5 horas. Javi condujo la mayoría del tiempo, ya que me quedé dormida a los 45 minutos (en India desarrollé un talento natural para poder dormirme en cualquier situación, incluyendo trenes y autobuses. Ahora también puedo dormir en tuk-tuks).
La carretera era una recta que parecía ser eterna. Javi sugirió tomar un atajo que vio en google maps…
El atajo resulto ser una carretera de campo que pasaba, literalmente, por mitad de la nada. En ese momento, confiábamos en que google maps nos sacaría del apuro… pero ocurrió todo lo contrario.
De repente nos vimos en mitad de la nada, sin gente alrededor, y ambos sudando mientras Blue Marley estaba atrapado en el barro. En ese momento me dí cuenta de que viajar en tuk-tuk no sólo representa diversión y libertad, si no que también es algo que puso a prueba nuestra relación y a nosotros mismos (lo cual creerme, no es siempre tan divertido). Ambos estábamos frustrados pensando lo mismo: ¨¿Cómo diablos vamos a salir de aquí?¨.
Los dos afrontamos la situación de forma diferente… Yo hacía todo lo posible por mantener la calma y dejar al «conductor» conducir. Pero aquellos que me conocéis probablemente sabéis que no soy muy buena en esto (¡y creo que Javi también estaría de acuerdo!). Javi, por el contrario, mantuvo la calma, y después de decir alguna que otra cosa en voz baja, consiguió dar la vuelta.
Tras continuar algunos kilómetros más en la carretera principal llevamos a la parte norte de Sri Lanka. Una parte de la isla que fue «separada» y considerada peligrosa durante muchos años, dada su turbulenta historia con el grupo armado de los Tigres de Tamil. Nos llamó la atención rápidamente que la gente aquí no nos sonreía y saludaba como en el sur. Nos sentimos algo intimidados, como si estuviéramos en un lugar en el que no debíamos estar.
Los restos del conflicto siguen visibles al pasar aldeas y campos de cultivos. Vimos varios edificios destruidos con carteles llamando al fin de la destrucción, monumentos dedicados a los caídos, y muchas nuevas construcciones.
Una vez llegamos a Jaffna, el entorno nos empezó a parecer familiar, como si estuviéramos de nuevo en el sur de India. Música tamil sonando a todo volumen en los altavoces de la ciudad, gente vestida con ropa tradicional y varios templos hindúes repartidos por la ciudad.
Jaffna es una ciudad que ha sido ocupada varias veces, también por los holandeses. Un antiguo fuerte holandés sigue «medio» en pie, y ahí fue donde acabamos nuestro día…
Viendo los tuk-tuks camuflarse con el sol mientras asimilábamos todo lo vivido durante el día.
Continuará…
Trackbacks / Pingbacks