[«He regresado a Brasil después de 6 años. A Balneario Camboriu, el mismo lugar donde ya pasara una de las Navidades más divertidas de mi vida. Escribí un artículo sobre aquel viaje en otro blog que tenía. Al releerlo, además de sonreir bastante, me he dado cuenta de que este fue uno de los viajes que cambió mi forma de viajar. A partir de esta época comencé a viajar sin planes y tratando de convivir al máximo con gente local.
He decidido recuperarlo y publicarlo en Vivir para Viajar, porque aunque no es un post con mucha información práctica, cuenta la historia de unas muy buenas vacaciones. Y es que hay veces en las que tienes que recordar lo feliz que fuiste en un lugar, para entender porque siempre quisiste volver.
Esta es la historia original (textos y fotos) detrás de aquel viaje.»]
Estoy alegre, un vaso de cerveza en mi mano,
y mirarte a los ojos es mi porvenir…
Una escena de suburbio pasa tras la cristalera del bar,
me sonríe y me saluda, no sé en qué día vivo,
no puedo pedir más…
El viaje comenzó donde a menudo comienzan los buenos viajes, donde también lo hacen las buenas historias. En un bar. Entre cervezas. Estaba en Cancún, felicitando a un amigo brasileiro al que acababan de destinar de vuelta a casa, cerca de su familia y amigos, y de algunas cosas más que pronto descubriría…
De la conversación surgió una propuesta, y con ella, una promesa.
- ¿La propuesta? Pasar –por segunda vez para mí– unas cálidas navidades en Suramérica
- ¿La promesa? Visitar el lugar con las mujeres más lindas del mundo
Sobra decir que yo acepté… y mi amigo acertó.
Llegué a Brasil un 15 de Diciembre de 2011, con 4 semanas de vacaciones por delante, y sin mayor plan que el estar abierto a todo lo que pudiera surgir, ya que lo único que tenía reservado era el billete de vuelta. Estaba a punto de vivir un verano a la deriva brasileira…
Recibiendo el año nuevo con Xande, uno de mis mejores amigos, y gran anfitrión de este viaje
Lo primero que hay que decir es que Brasil es un país enorme, muy variado y lleno de contrastes, por lo que a pesar de haber pasado casi un mes ahí, no puedo decir que sea un gran conocedor del país –de hecho no conozco las ciudades principales como Rio o Sao Paulo. Lo que sí puedo decir es que pasé unas excelentes vacaciones, perfectas para desconectar, las cuales he disfrutado tranquilamente, a mi ritmo… Dormía cuando tenía sueño, comía cuando tenía hambre, bebía cuando tenía sed (y esto sí que sucedió con bastante frecuencia…), y salía prácticamente todas las noches (alguna de ellas hasta el amanecer), vagueado casi cada mañana hasta al menos pasado el mediodía, para pasar tardes enteras tumbado en la playa (a veces durmiendo de nuevo…).
La gran parte del viaje la pasé en Balneario Camboriú. Se trata de una ciudad relativamente nueva –fue fundada en 1965–, llena de altos edificios frente al mar, que cuenta con una masificada playa que durante verano recibe principalmente visitantes de toda región (apenas hay extranjeros).
Inevitablemente me recuerda Benidorm español
La ciudad en sí no tiene mucho interés, pero cuenta con algunas atracciones para visitar como:
– Complejo Cristo Luz: Es una réplica casi del mismo tamaño que el Cristo Redendor de Rio, solo que este sostiene una luz en su brazo izquierdo que ilimuna a modo de faro la ciudad. Además el Cristo en sí también cambia de color:
Desde el mirador del complejo se pueden contemplar unas de las mejores vistas de la ciudad, especialmente al atardecer:
– Un teleférico que te lleva a un parque natural y desde el cual tambien se pueden contemplar unas hermosas vistas de la ciudad y las playas de la zona:
Aunque no lo parezca, las playas de la foto de arriba y abajo son contiguas
Con respecto a las playas, la principal de Balneario Camboriu no era para nada atractiva, pero por suerte había varias alrededor que sí que lo eran.
Era relativamente fácil llegar a playas más tranquilas y menos transitadas. Además las carreteras mediante las que llegabas no estaban nada mal. De hecho me hicieron acordarme de mi moto en más de una ocasión.
En estas playas de océano salvaje se podían practicar casi todos los deportes acuáticos, pero por sus vientos, eran especialmente apetecibles el surf y parapente:
Surfear el día de Navidad es toda una experiencia, ¡especialmente si vienes de Europa!
Lo que si me gustó especialmente fue su noche, en la que como en la mayoría de destinos costeros, la actividad principal se ubica frente al mar… con largas colas para entrar en los principales locales – hay que decir que llenos de impresionantes mujeres.
De su noche me convertí experto, ya que visité casi todos los bares, clubs y discotecas: Uai, Mundo Salvaje, Obiee Dobiee, Open Bar, Express, Warung y Green Valley (esta última fue reconocida en 2013 como la mejor fiesta de música electronica del mundo).
Con Pervao, el gran maestro de la noche de BC
La suerte de este viaje es que lo pude disfrutar y vivir con gente local, siendo uno más de ellos, y es que la gente del sur de Brasil es por definición agradable, cálida, simpática y abierta… en resumen: son del sur y viven el día a día.
Los hijos de Xande, Xandinho y Lucas, nos acompañaron durante buena parte del viaje…
El pequeño, Lucas, de sobrenombre Seco por su esbelta figura que no su corazón, tiene una de las miradas más honestas, tranquilas y bondadosas que he visto en mi vida. Recuerdo especialmente el momento en que me regaló aquel disco de sertanejo mezclado con musica electrónica. Gracias a él , el “ai se eu te pego” y “Che chere che che” (las horribles canciones de moda de aquel verano que finalmente alcanzaron fama mundial) dejaron de sonar tan horriblemente mal. ¡Gracias Seco!
Con ellos paseé por las calles de Camboriú compitiendo por encontrar fusquinhas. El juego consistía en señalar escarabajos antiguos aparcados por las calles… Es una pena que al hacernos grandes olvidemos lo fácil que era divertirnos cuando éramos niños.
Y gracias a este simple juego… recuerdo vivamente este fantástico viaje cada vez que veo uno de estos coches. Este por ejemplo lo encontré en Mallorca un tiempo después. Recuerdo decir fusquinha y sonreir para mis adentros 🙂
Toda la gente me trató super bien, pero sin embargo, para no tener “malos entendidos” hay que dejar claro que eres español… y no argentino, dada la maltrecha relación entre estos países vecinos. Entre ellos se disputan el ser la potencia de Suramérica, el tener la mayor trascendencia en el futbol (el deporte nacional por excelencia) y ambos tienen una marcada dependencia al valor de su moneda, la cual tiene un impacto directo en los habitantes y su calidad de vida. Cuando el peso vale mucho es el argentino el rico… cuando lo vale el real lo es el brasileño. Y en aquel verano lo era el brasileiro.
He aquí un ejemplo y a la vez motivo por el cúal los brasileños se vuelven locos comprando en USA. Unos vaqueros en oferta cuestan $70, mientras que en los outlets de Orlando solo $20.
Fueron unos días/semanas de verano navideño en las que, al contrario de lo que hice en Uruguay, visitar, lo que se dice visitar, no visité mucho (apenas 4 ciudades en 4 semanas), pero sin duda si puedo decir que disfruté cada segundo que pasé allí. Además, practiqué por primera vez algunas actividades que me han gustado mucho: Motocross, Sandboard, Surf y Parapente –especialmente estas dos últimas.
Ya en los últimos días hice una escapada a las impresionantes cataratas de Iguazú, una de las siete maravillas naturales del mundo, el postre perfecto para concluir este verano a la deriva.
Fue un viaje impresionante… otro más. Aquí dejo más comentarios y algunas de las fotos que tuve la suerte de tomar:
– Atravesamos un mar de nubes y disfruté de un precioso atardecer antes de llegar. Por momentos como estos siempre pido ventanilla.
– El aeropuerto de Curitiba era el más cercano a Camboriú al que llegaban vuelos internacionales. Pero solo pasé ahí la primera noche, por lo que esta ciudad no me causó ninguna impresión. No obstante, la carretera que va desde ahí hasta la costa es más que recomendable. Llena de curvas entre frondosas montañas:
– Curioso el nombre del lugar al que los brasileños van a reparar sus coches 😛
– Sol, la cerveza para días de lluvia:
– Vistas de Florianopolis:
– Volando alto:
– Aterrizando en São Paolo:
– Y en Iguazú:
Me recuerda inebitablemente a los atarrizajes en Cancún
– La habitación / camerino dónde pasé mi ultima noche 🙂
Y así viví este verano a la deriva brasileira. Fue la Navidad de 2011…
¡Gracias Xande! ¡Gracias Brasil!
Comentarios Recientes